Historia del movimiento del Open Access y su lucha por el acceso universal a la información
Introducción
Hoy en día, pareciera que con un clic tenemos acceso a todo el conocimiento del mundo. Pero la realidad no siempre es así. Hasta hace no mucho, acceder a información significaba depender de enciclopedias costosas, bibliotecas físicas o repositorios restringidos. Hoy comprendemos que el acceso a la información no es solo un recurso, sino un derecho esencial para el desarrollo social, tecnológico, económico y científico.
A pesar de los avances tecnológicos, este derecho sigue sin ejercerse de forma equitativa. Grandes cantidades de información están concentradas en manos de unos pocos, generando desigualdades enormes entre países y sectores sociales.
Aquí es donde entra el movimiento Open Access: un esfuerzo global para democratizar el conocimiento y construir sociedades más inclusivas y empoderadas.
La Información como poder
Se ha demostrado a lo largo de la historia que controlar el acceso al conocimiento ha significado ejercer influencia y poder.
Desde las cortes medievales que decidían qué era “cultura” y qué no, hasta la actual monetización de datos en plataformas digitales, la información ha sido un recurso visto como limitado, con beneficios concentrados en unos pocos.
Un ejemplo actual es el de los datos generados por usuarios en plataformas digitales que son controlados y monetizados por grandes corporaciones, mientras las y los usuarios no tienen acceso o conocimiento sobre ellos. Este modelo reproduce las desigualdades que mencionamos y replica la ecuación histórica de que la información es poder.
Más conocimiento, nuevas barreras
Si echamos un vistazo atrás, un gran paso hacia la democratización del conocimiento fue la imprenta de Gutenberg en el siglo XV. Permitió la difusión masiva de contenidos, pero con muchas limitaciones: baja alfabetización, altos costos de producción y barreras geográficas. A pesar de sus avances, el conocimiento seguía siendo un bien escaso y costoso, por lo que este sistema generó ventajas competitivas que terminaron beneficiando principalmente a los países más desarrollados.
El siglo XX trajo una explosión de conocimiento gracias a, entre otras cosas, la industrialización, las innovaciones tecnológicas y las guerras. Pero en lugar de abrir puertas, ese conocimiento quedó atrapado en editoriales científicas y repositorios con acceso limitado.
Editoriales como Elsevier o Springer, por mencionar algunas, establecieron modelos basados en suscripciones costosas. Este sistema excluyó a universidades y centros de investigación de países en desarrollo, restringiendo su acceso a información de punta y limitando sus capacidades de innovación y desarrollo tecnológico.
Aunque la tecnología parece acercarnos a todo, estas barreras aún continúan.
Aquí es donde organismos como la UNESCO tomaron acción, reconociendo la información como un bien público y promoviendo su acceso universal. Este respaldo fortaleció al movimiento Open Access, una de las iniciativas más importantes de la sociedad civil organizada para romper esas barreras.
¿Qué es el movimiento Open Access?
El movimiento Open Access nació como respuesta global a estas restricciones, buscando abrir el acceso a la ciencia y el conocimiento para todos y todas. Logró varios hitos importantes:
- Declaración de Budapest (2002): Estableció los principios del acceso abierto, promoviendo que las publicaciones científicas fueran gratuitas y que tuvieran disponibilidad sin restricciones.
- Declaraciones de Bethesda (2003) y Berlín (2004): Definieron estándares para el uso de licencias abiertas y fomentaron el uso de plataformas digitales
para ampliar el alcance del conocimiento.
- Enfoque de acceso Diamante: Que más allá del modelo tradicional de acceso abierto, que a menudo requiere pagos de procesamiento, propuso publicaciones libres de costos para autores y lectores.
Aunque este movimiento inspiró cambios como la creación de consorcios entre universidades, gobiernos y ONG para financiar publicaciones abiertas y el acceso a bases de datos especializadas, también enfrentó desafíos financieros, ya que depende en gran parte de subvenciones.
El movimiento también inspiró alternativas tecnológicas como Sci-Hub, que desde 2011 ha facilitado el acceso gratuito a publicaciones científicas. A pesar de los procesos judiciales que enfrenta, Sci-Hub ha impulsado debates sobre la equidad en el acceso al conocimiento y ha sido inspiración de modelos y estructuras de repositorios completamente legales como DOAJ o arXiv.
Legado del Open Access
En 2021, la UNESCO dio un paso histórico al reconocer la información como un bien público. Esto motivó a gobiernos e instituciones a implementar políticas de acceso abierto, demostrando que la información no solo es poder, sino también un derecho.
Este reconocimiento subraya la importancia de las sinergias logradas por el movimiento, como el caso del software libre, que fomenta la apertura de recursos tecnológicos y el acceso abierto a sus protocolos.
El impacto de este movimiento también se refleja en las estructuras de los Estados, tal es el caso del derecho de acceso a la información pública que ha cobrado relevancia en casi todos los países democráticos, con iniciativas de Gobierno Abierto que exigen transparencia y rendición de cuentas, y que, apoyadas en servicios de Gobierno digital, han logrado desbloquear procesos judiciales y fortalecer la actividad periodística.
Un cambio necesario, pero con retos
El movimiento Open Access nos ha hecho repensar el conocimiento como un derecho universal, mostrando cómo las desigualdades afectan su acceso. Aunque ha logrado grandes avances, todavía enfrenta retos, especialmente en el ámbito financiero. Esto puede parecer contradictorio, ya que el movimiento no está en contra de generar riqueza, sino que busca abrir las oportunidades para que todas las personas puedan participar en la economía global de forma justa y competitiva, aprovechando el conocimiento creado por la humanidad.
¿Y tú? ¿Qué piensas del acceso abierto?