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LA AVANZADA MEDIÁTICA E IDEOLÓGICA EN GAZA

Juan Esteban Rivera

Escrito por Sebastian X Politólogo, investigador y columnista

Rasgos de una guerra de cuarta y quinta generación

William S. Lind, un autor y teórico estadounidense, en conjunto con algunos altos mandos militares, ideó la teoría de la guerra de cuarta generación. Lind ha sido catalogado como ‘paleoconservador’ dentro del espectro político y la opinión pública estadounidense. Es decir, pertenece a una corriente de derecha, nacionalista, tradicionalista cristiana, siempre en la búsqueda de una esencia de la identidad nacional arraigada en las costumbres, herencias y aislamiento del mundo, resistiendo los procesos de globalización y la multiculturalidad.

Consciente de las transformaciones en el campo bélico a lo largo de la historia, teorizó sobre las distintas generaciones de la guerra, siendo bastante útil su aporte para la política exterior y la doctrina militar de EE.UU. En el artículo ‘El rostro cambiante de la guerra: hacia la Cuarta Generación’ (1989), Lind explica las características de cada era.

La primera generación se caracteriza por la formalidad de las batallas y el orden en el campo, donde los ejércitos combaten de manera cuadriculada y disciplinada, buscando una ventaja en el fuego. La batalla de Waterloo es la insignia de esta época. En las guerras de segunda generación, la tecnología marcó la diferencia al incrementar el poder de fuego de los ejércitos y surge el concepto de guerra de trincheras, desarrollado en la Primera Guerra Mundial, con líneas estáticas y posiciones fijas en ciertos períodos.

La tercera generación, con la Segunda Guerra Mundial como hito, es reconocida como la ‘guerra relámpago’ (blitzkrieg) o guerra de maniobra, en palabras de Lind. Los tanques alemanes, íconos de ese tiempo, fueron determinantes en el avance territorial por la velocidad y el factor sorpresa. Hay una “mecanización de la guerra, en donde la industria militar crece rápidamente” (creación de tanques mecanizados, aeronaves y submarinos, etc.). En las guerras de cuarta generación, enmarcadas en un período de posguerra donde los enfrentamientos indirectos entre potencias político-militares se expresan en conflictos internos con actores que ya no son exclusivamente estatales, la estrategia cambia y trasciende el campo de batalla. Los beligerantes, actores armados reconocidos por el derecho internacional, provocan una nueva doctrina estatal de seguridad. En la cuarta generación se «busca derrumbar al enemigo internamente en vez de destruirlo físicamente […] La guerra de la cuarta generación se libra en un espacio aparentemente difuso e indefinido. La distinción entre guerra y paz será borrosa» (Lind, 1989). Los conceptos de guerra asimétrica y guerra híbrida saltan a la superficie.

En este periodo, las guerras se empiezan a ganar en las emisiones matutinas de los noticieros de radio y televisión, así como en las primeras planas de la prensa escrita o digital. La asimetría entre ejércitos estatales e insurgentes implica que los primeros gozan de un aparato de propaganda y difusión que buscará siempre socavar la moral y esperanza del enemigo, desplegando una batalla ideológica y mediática para convencer a las bases sociales propias que se está cerca de la victoria y a los simpatizantes o militantes de la causa contraria, de que no hay posibilidad de revertir la situación.

Esa ha sido la estrategia de Benjamin Netanyahu y sus aliados en Occidente: enviarle frecuentemente mensajes a Hamás y al pueblo palestino, el cual consideran extensivamente como su base social (homogenizándolo e ignorando las tensiones y diferencias políticas que hay en su seno), vaticinando su derrota y la consolidación de la ocupación israelí en Gaza. Aquí el sionismo juega un papel central, ya que es el cimiento ideológico y político que busca legitimar el genocidio y la preferencia de las élites económicas y políticas de Europa y EE.UU. por Israel, frente al mundo árabe.

La defensa y el patrocinio occidentales a Israel, provenientes de sectores políticos, económicos y mediáticos, así como de distintas capas de la ciudadanía en países europeos, se cimenta en equiparar al pueblo judío con el antiguo y bíblico ‘pueblo de Israel’, identificándolo como “pueblo elegido de Dios”.

Esta visión cristiana, que evoca una suerte de “predestinación divina”, tiene una similitud ideológica con la doctrina del Destino Manifiesto que se encuentra en el centro del nacimiento de Estados Unidos como Estado-nación. Sin embargo, no profundizaremos en esta cuestión en el presente artículo.

Volvamos al concepto de cuarta generación. En palabras de Lind, “la guerra de cuarta generación también se caracteriza por el regreso a un mundo de culturas, no solo de Estados, en conflicto. Ahora nos encontramos frente al oponente más antiguo y firme del Occidente cristiano: el islam. Tras casi tres siglos de defensa estratégica, tras el fracaso del segundo asedio turco a Viena en 1683, el islam ha reanudado la ofensiva estratégica, expandiéndose en todas direcciones. En la guerra de cuarta generación, la invasión por inmigración puede ser al menos tan peligrosa como la invasión por un ejército estatal.” Aquí un ejemplo de cómo los ‘think tanks’ de la guerra en Occidente leen a la población árabe y musulmana. En este fragmento también se reafirma la difuminación entre beligerantes y civiles, justificando las tácticas y estrategias que identifican a los últimos como potenciales amenazas y apoyos de los primeros, por lo que deben ser atacados extendiendo el campo de batalla a todas las esferas de la vida cotidiana.

Finalmente, habría que preguntarse si efectivamente ya estamos caminando sobre la quinta generación de las guerras. “El concepto de guerra de quinta generación «tuvo su origen alrededor del año 2005. Roy Alderman (2015) la califica como una guerra sin contacto y silenciosa, que está fundamentada básicamente en el aprovechamiento masivo de los medios cibernéticos y en el dominio de la mente» (Barrera et al., 2021, p. 10).” Esta generación tiene como características: a) la nueva geografía de la guerra, que son las áreas cognitivas y tecnológicas relacionadas con el ciberespacio; la percepción de la mente humana es el principal campo de batalla ahora; b) los actores y su naturaleza cambiante; c) los objetivos, también cambiantes, de los actores que parecen perseguir como fin último el socavamiento de la legitimidad y control territorial del Estado; y d) “»una guerra moral y cultural que se libra mediante la manipulación de las percepciones y la alteración del contexto en el que se percibe el mundo».

Todos los rasgos descritos de la quinta generación se cumplen. ¿Es el genocidio en Gaza y la ocupación israelí de territorios palestinos un ensayo de perfeccionamiento de esta nueva era bélica?