Propaganda: la publicidad de las ideas con agenda
Imagina que enciendes el televisor y ves un anuncio en el que soldados sonríen, niños saludan banderas y una voz solemne dice: “Defendemos la libertad. Luchamos por la paz.”
Suena inspirador, ¿no? Pero, ¿y si detrás de esa frase no hay información completa, sino un mensaje cuidadosamente diseñado para que pienses de cierta manera? Eso, precisamente, es propaganda.
La propaganda no es solo una mentira. A veces, ni siquiera necesita mentir. Su poder está en cómo cuenta las cosas, en qué decide mostrar y qué oculta. Su objetivo no es informar, sino convencerte, moldear tu opinión o comportamiento sin decirte quién está detrás ni cuáles son sus verdaderos intereses.
Un ejemplo real y poderoso de propaganda se vivió durante la Guerra de Irak (2003). Mientras el gobierno estadounidense promovía la invasión bajo el lema “Operación Libertad Iraquí”, los medios transmitían imágenes de soldados repartiendo comida o liberando pueblos.
Detrás del mensaje de libertad, se ocultaban los intereses económicos y geopolíticos de la guerra.
Los anuncios, los discursos y hasta los noticieros estaban coordinados para mantener el apoyo público a una operación militar que costó miles de vidas.
Esa es la lógica de la propaganda: mostrar una versión emocionalmente irresistible de la realidad para que el público actúe —o piense— como quien emite el mensaje desea.
Hoy, la propaganda ya no solo se transmite en discursos oficiales o carteles. Viaja en videos virales, memes, hashtags y hasta en influencers que, sin decirlo abiertamente, difunden narrativas políticas o comerciales disfrazadas de opinión espontánea.
Un mensaje puede parecer natural, pero estar financiado, coordinado o guionado.
La diferencia entre información y propaganda radica, entonces, en la transparencia de su intención.
Detectar propaganda no es fácil, porque apela a nuestras emociones más profundas: el miedo, la esperanza, el orgullo o la empatía.
Por eso, antes de compartir un mensaje que te parece “patriótico” o “motivador”, vale la pena preguntarte: ¿Quién lo dice? ¿Con qué propósito? ¿Qué datos omite? ¿A quién beneficia esta versión de la historia?
En Digital-IA creemos que reconocer la propaganda no significa desconfiar de todo, sino aprender a leer entre líneas.
Porque solo cuando entendemos quién escribe el guion de lo que pensamos, podemos ejercer una ciudadanía verdaderamente informada.
Referencias: lasolidaritatunbonremei Semanariouniversidad Sinpermiso
Por: Diana Socha Hernández
@dianasochacuenta

