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¿Quién cuenta las historias? Concentración mediática y la invisibilidad de otras realidades

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En Colombia, cuando prendemos el televisor, sintonizamos una emisora de radio o incluso cuando vemos nuestro celular, probablemente estamos consumiendo contenidos de medios que pertenecen a unos cuantos grupos económicos. Esta concentración mediática, tanto en términos de audiencia como de mercado publicitario, no es un fenómeno nuevo, pero sí es un desafío creciente para la diversidad de contenidos y el acceso a narrativas alternativas en el país.

Más rating, menos diversidad: la realidad de la TV nacional

De acuerdo con el Centro Nacional de Consultoría (2024), en la televisión nacional, los canales privados concentran el 93,83% del rating total, mientras que los canales públicos apenas alcanzan una participación del 6%. Esta asimetría en la audiencia refleja un dominio claro del entretenimiento masivo y las noticias generalistas, ambos diseñados para capturar el interés del mayor número de espectadores posible.

¿Por qué ocurre esto? La respuesta está ligada a los intereses comerciales y la capacidad económica de los grandes conglomerados mediáticos. Programas como reality shows, telenovelas y noticieros ocupan los horarios estelares porque garantizan altos índices de audiencia, indispensables para atraer la publicidad de grandes marcas.

Sin embargo, esta concentración tiene un costo: deja poco espacio para otros contenidos que podrían ofrecer visiones diferentes sobre las realidades del país. Por ejemplo, documentales sobre el conflicto armado, la crisis ambiental en la Amazonía o las iniciativas comunitarias rara vez logran alcanzar una franja horaria de alta visibilidad, a menos, que exista un mecenas o una empresa interesada en posicionar sus acciones de responsabilidad social empresarial.

La audiencia homogénea: entre entretenimiento ligero y realidades invisibilizadas

La concentración mediática fomenta una «audiencia homogénea», es decir, una población expuesta constantemente a narrativas similares y simplificadas. Esto se traduce en formatos repetitivos, donde las emociones rápidas, el entretenimiento ligero y los contenidos virales predominan. Aunque estos formatos no son negativos en sí mismos, la falta de variedad limita nuestra capacidad de comprender problemáticas más profundas y diversas.

Por ejemplo, mientras las telenovelas y los concursos de talento son tendencia en televisión nacional, hay realidades invisibilizadas que no tienen espacio. Difícilmente vemos reportajes sobre las dificultades de acceso a la educación en regiones como el Chocó o la Guajira, o programas que expliquen cómo las comunidades campesinas enfrentan la falta de infraestructura vial y conectividad. Asimismo, puede que estemos pasando por alto la oportunidad de conocer la riqueza cultural de múltiples regiones, su música, su folclor, sus historias en distintos niveles.

Esto no solo empobrece la oferta mediática, sino que además afecta el derecho a la información, fundamental en una democracia participativa. Como lo plantea Manuel Castells (2009), el control de la información puede influir en la formación de opiniones públicas y, por ende, en las decisiones políticas y sociales.

El impacto en los medios locales y comunitarios

Un aspecto crítico de esta concentración es el desplazamiento de los medios locales y comunitarios, especialmente en regiones rurales y apartadas del país. En estas zonas, los canales nacionales y las emisoras masivas suelen ser la única opción disponible, mientras que los medios locales enfrentan barreras significativas que van desde infraestructura tecnológica limitada y falta de recursos económicos hasta escaso alcance y reconocimiento entre sus públicos más cercanos.

Por ejemplo, mientras en Bogotá y ciudades principales se publicita hasta el cansancio el estreno de una serie de ficción, en geografías alejadas de los principales cascos urbanos las emisoras comunitarias luchan por informar sobre temas de interés local, como alertas tempranas de salud, o proyectos productivos. Sin embargo, estas voces tienen dificultades para amplificarse más allá de su territorio.

¿Qué podemos hacer? Alfabetización informacional e impulso a la diversidad

Frente a este panorama, es necesario fortalecer la alfabetización mediática e informacional. ¿Qué significa esto? Que como audiencia aprendamos a cuestionar lo que consumimos, buscar información más allá de los grandes medios y darle una oportunidad a los contenidos alternativos. Los medios comunitarios, las plataformas independientes y los proyectos regionales están ahí, pero necesitan que la audiencia les preste atención.

Además, es importante exigir políticas públicas que promuevan la pluralidad de voces y que apoyen a los medios locales y comunitarios, garantizando así una mayor diversidad en el ecosistema mediático. 

Esto también es posible en tanto el crecimiento del Internet móvil en Colombia siga creciendo. A cierre de 2023, por ejemplo, se resalta que 86 de cada 100 colombianos cuentan con una conexión móvil a Internet (MinTIC, 2024), lo que abre cada vez más la puerta a un consumo mediático más plural. Entendiendo que las plataformas digitales se convierten en espacios donde las comunidades pueden visibilizar sus problemáticas locales y proyectos, producir narrativas que reflejan su identidad y cultura y acceder a contenidos globales y conectar con comunidades más amplias.

En todo caso, hay que tener los pies sobre la tierra, y si bien el consumo digital permite acceder a una oferta más diversa de contenidos, el uso crítico de la tecnología depende de las habilidades mediáticas de la audiencia. Alfabetizarnos mediática e informacionalmente se convierte así en una estrategia fundamental para garantizar que el acceso a la tecnología no solo termine reproduciendo los patrones de consumo mediático hegemónicos.

Por ejemplo, sin alfabetización mediática, el consumo en redes sociales podría limitarse a contenidos virales o desinformación, en lugar de abrir espacio a narrativas independientes o críticas. También, la falta de habilidades para crear contenidos limitaría la capacidad de las comunidades locales para participar activamente en el ecosistema digital.

Diversificar la audiencia, fortalecer la democracia

La concentración de la audiencia en unos pocos medios no solo limita la diversidad de contenidos, sino que también restringe la pluralidad de voces necesaria en una sociedad democrática. Para contrarrestar esto, necesitamos asumir un rol activo como ciudadanos:

  • Apoyar a los medios locales que visibilizan realidades ignoradas.
  • Consumir y difundir contenidos alternativos que reflejen la riqueza cultural y regional del país.
  • Exigir políticas que protejan la pluralidad informativa y promuevan el acceso equitativo a los medios.

La próxima vez que prendamos el televisor o abramos una plataforma digital, vale la pena preguntarnos: ¿Qué otras historias me estoy perdiendo? Porque al diversificar lo que consumimos, no solo ampliamos nuestra visión del país, sino que contribuimos a construir una sociedad más informada, crítica y democrática.

Referencias

Castells, M. (2009). Communication power. Oxford University Press.

Centro Nacional de Consultoría (2024). Análisis Integral del Consumo Televisivo en Colombia https://www.centronacionaldeconsultoria.com/post/analisis-integral-del-consumo-televisivo-en-colombia-1 MinTIC (2024). Boletín Trimestral de las TIC. Cuarto Trimestre de 2023. https://colombiatic.mintic.gov.co/679/articles-338221

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